Por Alcides Cruz

Un cliente planteó la objeción que hace tambalear el andamiaje de la “necesidad de publicitar” que tiene cualquier mortal que quiera promocionar su trabajo o su producto.

Maravillosa objeción: “Estoy abarrotado de trabajo, tanto que no puedo atender la demanda y derivo algunos clientes a mis colegas”.

Con esa posición indudablemente se derrumba toda posibilidad de insistencia, que signifique "ponga avisos para atraer nuevos clientes".

Pues bien; la cuestión que ese mismo comerciante, en otros momentos, permanecía mirando largamente a la puerta esperando que entrara alguien a comprar a su comercio.

Hoy, fortalecido aparentemente por las circunstancias favorables, supone que ya no necesita hacer publicidad. Pero la realidad es la única verdad, ya por la experiencia que deja el pasado o por el presente que dice un mensaje nuevo.

La publicidad es un instrumento del capitalismo, es como un engranaje normal del sistema; el capitalismo como sistema exige que estemos en todo momento disponibles para nuestros clientes que son el combustible que hacer andar esa maquinaria.

Ellos – los clientes – quieren saber que usted está en las buenas y en las malas. Que lo van a tener a mano cuando lo precisen. El cliente NO quiere saber si usted está en condiciones o no, de atenderlo. Ni sus problemas financieros.

Otro elemento de juicio es que todos quieren ir con el negocio exitoso porque por algo tiene éxito. De eso se trata. Comunicar con la publicidad, atesora a los clientes, marca presencia en el mercado, vigencia comercial, a pesar de los hechos estupendos que se pueden encontrar, cuando un comerciante o una empresa no “da a basto con el trabajo”.

Publicar cuando las cosas están flojas es lo correcto y publicar cuando todo florece también.
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