Algunos datos precisan que se abre a la vida el 4 de octubre de 1874, con la llegada del colono Juan Francisco Goicochea a la zona donde fundó el puerto que denominó Puerto Piray. En realidad, en esa fecha Juan Francisco Goicochea dinamizó el puerto que tuvo gran actividad en sucesivos y posteriores años. Por eso la fecha es tomada como fundación de la localidad que, a decir verdad, se instaló unos 20 kilómetros más adentro. Y como el calendario de la religión católica señala el 4 de octubre día dedicado a San Francisco de Asís, lo entronizaron como patrono del pueblo.
Según el censo poblacional del año 2010, el municipio de Puerto Piray cuenta con una población de 8.964 habitantes. Consta de una superficie de 354 kilómetros cuadrados. Esto significa una densidad poblacional de 25,3 habitantes por kilómetro cuadrado. Su gentilicio es pirayense. En tanto que el municipio es de segunda categoría.
Durante muchos años Piray fue el único puerto del Alto Paraná que embarcaba la producción yerbatera del norte de Misiones. En la cercanía del actual emplazamiento de Puerto Piray, existía un puerto de embarque de productos, especialmente yerba mate del monte, que eran extraídos de la zona de San Pedro y trasladados a lomo de burro hasta Puerto Piray, localidad desde la que partían los cargamentos por el Paraná, rumbo a distintos destinos.
El crecimiento de Puerto Piray, en un principio Pueblo Nuevo, se dio con la instalación de la planta fabril papelera Celulosa Argentina en 1934.
El emprendimiento inició su desarrollo a fines de 1956 y un año después se creó la comisión de fomento, preludio de la actual municipalidad. Hacia 1957 los empleados de la firma Celulosa Argentina compran parcelas ofrecidas por la fábrica de papel, con lo cual se delineó el pueblo.
Ganar claros en la selva, realizar excavaciones en la tierra y en las rocas para construir más de 100 kilómetros de caminos con sus puentes fueron algunos de los trabajos realizados, y dirigidos por Adolfino Mioni, un italiano, quien junto a cientos de paraguayos que se radicaron en esta orilla del Paraná, trabajaron duro para hacer transitable esa región. Los paraguayos huyeron debido a la situación política reinante en el Paraguay, la revolución del 47, y se radicaron en lo que más tarde sería Puerto Piray.
En 1954, la empresa decidió la construcción de un colegio para la formación de los niños y jóvenes del pueblo que se perfilaba.
La dirección y administración fue delegada en la congregación de las hermanas Misioneras Siervas del Espíritu Santo, a fin de que la formación recibida tuviera espíritu religioso. Para iniciar esta tarea de educar vinieron las hermanas Teódula, Ángeles, Consumata y Lumina, quienes se trasladaron al lugar con una imagen de la Virgen María pues era el año mariano y el colegio llevaría el nombre de Virgen de los Milagros, a instancias de uno de los accionistas de Celulosa Argentina, ex alumno del Colegio Inmaculada de Santa Fe y devoto de la Madre María.
El 4 de octubre de 1969, con la presencia del entonces obispo de la diócesis de Misiones, Jorge Kemerer, se inauguró la parroquia erigida en devoción a San Francisco de Asís, a sugerencia de Edmundo Bergamni. Su construcción fue a instancias de la empresa Celulosa Argentina y estaría a cargo de un capellán para brindar atención espiritual a la población en general, misión que recayó en el padre Rodolfo Scripgick. Continuaron la tarea de evangelización los sacerdotes Guillermo Bayer, Waldemar Ringeltanmber, quien creó el jardín de infantes Mi Calesita, domingo Gacek, José Krajewski, Norberto Candia y Luis Pozzi.
Piray era el primer puerto del Alto Paraná. Ese puerto llegó a tener hasta siete barcazas cargando y descargando. Celulosa Argentina producía tres mil toneladas de pasta por mes y había que acopiar 300 toneladas diarias de madera para generar la materia prima.
En la década del ‘80 comenzó un gradual decaimiento al quebrar Celulosa Argentina y pasar ésta a distintas “manos empresarias” que hicieron que en cierta forma, la empresa desaparezca. Sólo unos breves períodos de bonanza tuvo la planta, hacia mediados de la década del ‘90 , hasta el 2003. La celulósica se recuperó con la conformación de la Cooperativa Industrias Puerto Piray Limitada y su producción se vende en su totalidad en el mercado interno.
En tanto que hacia mediados de la década del ‘90 se instaló el aserradero más grande del país, perteneciente a la empresa Alto Paraná Sociedad Anónima (APSA) . La misma empresa instaló a inicios de la década del 2000 la planta de tableros de MDF (Tableros de media densidad).
LOS ITALIANOS
Comenzando la década del ‘40, llegó a Misiones, en compañía de su hermano Carlos, don Fausto Negrotti, quien falleciera el 20 de septiembre del 2002. Según sus relatos, llegaron de Italia, vía Buenos aires, para trabajar en la empresa Celulosa Argentina en cuyas propiedades se realizaron los primeros cultivos artificiales de pinos en Misiones.
"Para ingresar semillas de araucaria angustifolia (el bello Pino Paraná que abundaba en el Brasil y hoy es casi inexistente) había que transar con vendedores clandestinos de los estados de Santa Catarina y Paraná y sortear los controles aduaneros en la frontera para ingresar la carga a la Argentina" comentaba don Fausto.
Juntos, los hermanos Negrotti llegaron a Misiones para acompañar la difícil misión de explorar la selva y construir camino y puentes para unir Piray con San Pedro.
También construyeron aserraderos, hospitales, colegios y viviendas para el personal de la empresa. En 1956 cuando se puso en marcha la primera fábrica papelera en Misiones. El avance y el progreso produjeron un cambio en la zona.
Don Fausto recordaba que una vez conseguidas las semillas, "con Carlos limpiamos 70 hectáreas de monte a tres kilómetros del puerto, y realizamos la primera forestación de araucaria", ejemplares que hasta no hace mucho permanecían enhiestos constituyendo un emblema que distinguía al pueblo misionero que supo vivir tiempos de desarrollo y progreso.
Las plantaciones se desarrollaron a ambos lados de la ruta 10, hasta superar las 40 mil hectáreas. Luego se cultivaron especies de eucaliptos y de pinos taeda y ellioti
Los recuerdos de Negrotti plasmados en un reportaje continúan: "Fui afectado al sector de administración y ahí estuve mucho tiempo, era el encargado de traer el dinero para el pago de la quincena. Subía a una canoa, remaba 20 kilómetros aguas arriba hasta Eldorado y de allí si encontraba en el puerto el único auto de alquiler iba hasta la sucursal del Bando de la Nación. Traía mucha plata en una valijita y solo me acompañaba mi secretario que tampoco andaba armado, a mi no me gustaban las armas, nunca nos pasó nada y el regreso era más fácil, volvíamos aprovechando la correntada", evocaba este trabajador que ayudó a engrandecer a Puerto Piray en el siglo pasado y que sostenía que le gustaba esta tierra, el monte y sus árboles porque "aquí todavía se vive bien...".
OTRA HISTORIA
Cada vez que el historiador Francisco Roberto Unternährer (84) llegaba hasta el cementerio de Puerto Piray para visitar la tumba de su pequeña Iris, le llamaban la atención esas oxidadas cruces de hierro con inscripciones de los años 1910, 1914 y 1918. La curiosidad se tornó cada vez más fuerte hasta que un día se animó a preguntar a un hombre que también visitaba el camposanto sobre el origen de esas fechas. “Pensaba que la localidad había nacido con la radicación de la ex Celulosa Argentina pero me respondió que no, que era un puerto viejísimo, centenario, de acceso a San Pedro y a Bernardo de Irigoyen, y que su padre ya había trabajado allí”, manifestó.
Y ese fue el detonante para que este inmigrante suizo -nacido en Ebikon, Cantón de Lucerna-, establecido en el Departamento Oberá cuando tenía apenas un año, volcara lo acontecido en la localidad del Alto Paraná misionero en el libro “Historia de Puerto Piray”, publicado en 2014. “No había nada escrito, me intrigó y comencé a investigar. No soy académico ni investigador, sólo tengo los recursos de la escuela primaria (sexto grado) y me costó un poco librarme de los prejuicios que tenía. En el camino encontré a mucha gente que me decía, tenés que hacerlo”, contó, entusiasmado, quien hace 83 que vive en Argentina.
Su niñez transcurrió en la zona de Guayabera Las Treinta (colonia situada en un punto tripartito entre Oberá, Colonia Alberdi y General Alvear), en jurisdicción de la Capital del Monte. Como sus padres eran agricultores, después de asistir a escuelas de los alrededores (Nº357, Nº173 y Nº137), siguió sus pasos. A los 17 se dio cuenta que en el trabajo en la chacra no se registraban avances, y en 1953 ingresó a la Cooperativa Agrícola de Oberá (CALO), donde se desempeñó al frente del mostrador y en la oficina, hasta 1956.
Ese año probó suerte en un obraje de la zona de Dos de Mayo. Tras esa experiencia, regresó a la Zona Centro e ingresó a la ITA, que era el mayor secadero de té del mundo, que era de Francisco Kühnlein, y que estaba emplazado en Campo Viera. Después de un año y medio de tareas, se enteró que en Puerto Piray existía una fábrica de pasta celulósica.
“Sabía que en toda industria la posibilidad laboral era mejor, con un mayor sueldo y seguridad, por lo que en abril de 1960 me vine en busca de trabajo”, confió Unternährer, quien en las páginas debió volcar, inevitablemente, algunas cuestiones vinculadas a la fábrica, que en definitiva, es la que dio vida al municipio. “Me gustaba el sueldo que pagaban, la formalidad que tenían”, dijo, y agregó que en diciembre de ese año se casó con Telma Eva González, una joven oriunda de Candelaria, con la que tuvo cuatro hijos: Iris y Ulises Sigfrido, ya fallecidos, y María del Carmen e Ingrid Marisol. En la ex Celulosa Argentina (CA) trabajó hasta 1999, año en que se acogió a los beneficios de la jubilación.
Según el escritor, la fábrica se estableció en el lugar un poco por casualidad. Luego, miles de familias se asentaron a su alrededor. Contó que entre la década del 30 y el 40, CA necesitaba conseguir otra materia prima para elaborar pasta celulósica “porque la paja del trigo que utilizaban le generaba muchos gastos y poco tiempo tenían para recolectarla. Comenzaron a investigar qué madera podía haber y qué otra especie podía suministrar esa fibra. Hicieron pruebas en todo tipo de maderas y en la tacuara (tacuaruzú) que crece en la costa del Paraná y sus afluentes. Les llamó la atención la fibra larga y el bajo costo para elaborarla”.
Cuando los funcionarios de la planta llegaron a Eldorado y antes de sobrevolar la zona, se enteraron por Erik Kellner, piloto del Aeroclub Eldorado, que la tacuara no les iba a servir para el cometido porque cada 35 años florece, se seca y muere y deberían esperar unos 20 años para volver a cortarla. Alemán de nacimiento, formado y atento, el piloto les sugirió que fueran hasta San Pedro a ver los pinos. “Uno puede imaginarse las caras al ver los pinos de 1,50 metros de diámetro de 20 metros de alto esperando que alguien los industrialice. La única propiedad que estaba a la venta era el lote de Piray. Comenzaba en la costa del río y terminaba en Tobuna, totalizando 87 mil hectáreas”. Y fueron por ellas.
El día que Unternährer se disponía a afrontar el desafío laboral, comenzó su travesía de a pie -la ruta 12 pasaba por el kilómetro 18, no por el 6- cuando, a mitad de camino se detuvo un jeep y le preguntó si se dirigía hacia el puerto. “Le dije que sí, luego supe que era el supervisor forestal Guillermo Di Pietro. Quería saber los motivos de mi visita al lugar, le dije a buscar trabajo. Sí, hay trabajo, me contestó”, rememoró este jubilado que intentó seguir estudios secundarios pero encontró “muchas trabas” en el camino.
Siempre le llamó la atención que a diferencia de otros municipios de Misiones, éste no tuvo colonia. A entender del autor, el terreno era muy pedregoso y no era apto para ese fin. “Se necesitaba tierra colorada y eso Piray no tenía, a diferencia de Montecarlo y Eldorado, por eso no había progresado, no se había integrado a las colonias, a la colonización, porque su terreno era muy quebrado.
Ellos tenían idea de forestar, y en ese terreno, los pinos y eucaliptus crecen igual, entonces compraron los lotes y comenzaron a explotar la madera”, contó. Añadió que primero era difícil, tenían la picada que la volvieron transitable y después hicieron la ruta, hoy 16. “En ese entonces tenía la particularidad que no había ninguna subida empinada, o sea que en 1948, los semis de 18 o 20 toneladas podían ir y venir sin problemas, mientras que en otro lugar de Misiones no podían transitar.
Era tal la cantidad de pino que había -las industrias terciadas que existían en San Pedro y Eldorado utilizaban esa madera-, que CA tuvo la idea de instalar la fábrica”, manifestó. Adquirieron en Suecia una fábrica que habían clausurado por la enorme contaminación ambiental que producía, la trajeron a Argentina. La terminaron de instalar en 1956 y estuvo en marcha hasta 1996. Ya en 1942 comenzaron forestando con araucarias cuyas semillas don Fausto Negrotti traía desde Brasil.
Unternährer comentó que cuando se crearon los departamentos del Territorio Nacional de Misiones, “Puerto Piray no figuraba como tal. Y Piray existía. Era el único poblado al norte de Corpus, que estaba un poco ordenado. Con esas bases comencé a investigar”. Entre otras cosas, viajó a Posadas, donde se entrevistó con el profesor Juan Alberto Portel y visitó la biblioteca de Kaul Grünwald, que tenía muchos libros de autores del siglo antepasado, que habían venido a Misiones. Entre ellos estaba Queirel, Peiret, Burmeister, Holmer, Ambrosetti.
Fuentes: Misiones on line - El Territorio - Primera Edición - Imagen: Facundo Insfran
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